11 mayo 2012

UNA CARCAJADA

UNA CARCAJADA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Cabezas, obra de Francisco Rodríguez

Andaba trasteando Esaú al sexto toro, o lo que hayan sido esta tarde ciertos bichos con presencia y romana, cuando de repente se le cayó la muleta a tierra y se oyó una carcajada.
El autor de tamaña irreverencia no sabe que quien maneja los trastos está expuesto a estas incidencias y a otras muchas. De cualquier manera, perder los trastos de torear sin que haya mediado violencia de por medio es el síntoma que explica, desazón, apatía, descontento; y Esaú Fernández, el toricantano de esta tarde, ya van dos de dos en la feria, lo estaba. Motivos tenía. El toro no tenía ni un muletazo porque la fuerza y la casta le impedían moverse a la embestida. De nada le sirvió el esfuerzo al sevillano de irse a portagayola en sus dos toros. Al de la ceremonia se lo protestaron por inválido y el ignorante va y lo intenta brindar al público, ¡claro, la pita fue sonora! Desistió, y luego le aplaudieron por el cambio de criterio. El toro es el santa sanctorum en Madrid y no vaya usted a venir aquí con su guasa.
Era evidente que el chaval no pretendía guasa, sino complacencia. Total que la historia de su alternativa se simplifica, porque no hubo más, en dos muletazos y en cada uno de ellos el Montalvo se fue a tierra.
Era lo que había esta tarde en Las Ventas. Buena fachada, de los toros de Montalvo, aunque desiguales, buenos pitones, carne, también amarga, mucha falta de fuerzas, y poca, poquísima casta, motor fundamental de la bravura.

Por la falta de fuerzas el presidente Julio Martínez, circunspecto y serio policía, de los de antes, se llevó la primera bronca del ciclo y un cariñoso saludo en su debut en la feria con unos rítmicos versos:
“fuera del palco, fuera del palco”
Lo de los versos se lo imaginan si los concatenan y los hacen estrofa.
Debió dolerle a don Julio la sátira porque al segundo inválido lo mandó a los corrales saliendo un sobrero de Yerbabuena que basto, que embistió sin fiereza y sin importancia. Uceda Leal, otro madrileño eterno, recetó una muy buena estocada que tapó la descolocación del trasteo mínimo. Con el cuarto nada. Otro que se caía en cada muletazo.
David Mora, al que ya no veremos más en esta feria pero si el día 5 de junio en la tontería esa de la Feria del Aniversario rebautizada ahora con lo del Arte y la Cultura, consiguió enamorar al respetable con su capote al tercero, y con su aseo en dos tandas al quinto. Y punto pelota. Nada más.
La envidia estaba en Jerez, cuatro orejas y un rabo para el Juli. Por muy exagerada que haya sido la cosa, mejor que Madrid, seguro.

Se guardó un minuto de silencio por la muerte del gran Cebada, Salvador.
¡Aqui paz y allí gloria!

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