01 junio 2015

MADRID. PARTIDO DE RESINA, UNA IRREPROCHABLE MANSADA.

MADRID. FERIA DE SAN ISIDRO 2015. TOROS DE PARTIDO DE RESINA, PARA EDUARDO GALLO, SEBASTIAN RITTER, Y RAFAEL CERRO.PARTIDO DE RESINA, UNA IRREPROCHABLE MANSADA.Por Agustín HervásOnda Cero Radio.
Toro de piedra de Paco Rodríguez
Cuando Jaime de Pablo Romero vendió el ganado y el hierro que de toda la vida había pertenecido a su familia (Los Pablo Romero), no vendió con ellos el algoritmo de la bravura, esa sustancia tan etérea que le da ritmo y emoción a una embestida, y que hace reventar una plaza de toros. Jaime es un tío listo. Vendió lo que le arruinaba, y se quedó con lo que le hará crecer.
Imposible por tanto que José Luis Algora, representante y veterinario de la casa Partido de Resina, encuentre el misterio de la casta en esta sangre, porque eso no se vendió y no es fácil encontrarla si solo se miden razones económicas, o técnicas, para obtenerla. Lo que Jaime se quedó fue, el misterio y el duende. Por eso los toros de esta tarde en Las Ventas, de buena presentación, salvo el  último y el primero, aplaudidos todos de salida, han tenido también una irreprochable mansedumbre, pues todo lo que hacían era de libro. Sepan ustedes que en las ganadería señeras también existe un libro de la mansedumbre para anotar todo lo que los toros hacen que no debe estar anotado en el libro de la bravura. Repuchándose en los caballos, cuando no se salían sueltos, o pegando arreones, o apretando con un pitón y las caras por los cielos. En banderillas mirando las hombreras de los banderilleros, cuando no les querían quitar las cabezas, o embistiendo en dos velocidades. Y claro en la muleta, cortando viajes, saliendo de la suerte mirando por encima del palillo. Parándose o yéndose a tablas que era ya la nota final que había que ponerle a los cárdenos. ¡Ya digo, irreprochables mansos!
Con esto Eduardo Gallo anduvo voluntarioso en su primero y quiso y no pudo en el cuarto.
Sebastián Ritter de Colombia, estuvo bastante entonado en el segundo, haciendo cosas, con temple y valor, queriendo agradar. En el quinto no tuvo material y estuvo agradable el niño. Con la espada anda muy mal, debe ser castigado con pena de entrar a matar al carretón, día y noche hasta que le salga sangre de la palma de la mano.
Rafael Cerro se equivocó con el tercero, se empeñó en dar los primeros muletazos por arriba y maleó la franca embestida del toro, que terminó por no admitir ni un muletazo más. Al sexto le arrea algunos muletazos con más voluntad que eficacia ya que no tuvo material para ser juzgado. Otro que hay que castigar en el carretón para aprender a matar.
¡Aquí paz y allí gloria!


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